lunes, 11 de julio de 2011

Dos grandes hombres

NOTA: Este post no será largo ni bien redactado... viene del corazón y de las entrañas que me exigen expresarme mas rápido que bien. Espero en el fondo de mi corazón no dañar susceptibilidades, ya que lo hago con el mayor respeto y cariño.


Hace varios años, en la década de los 60's, una familia cubana llegó al aeropuerto de la Ciudad de México.

Bajaron juntos del avión, y en menos de 10 minutos estaban en un auto camino a la que sería su casa durante algunos meses en la colonia Cuauhtémoc, antes de poder iniciar una vida mejor en este país.

Lo interesante, es que no tenían papeles, pasaporte o documento alguno. Únicamente la esperanza que una llamada telefónica les dio antes de dejar todo en su isla, y venir a nuestra tierra.

Media hora antes, había llegado ese auto al aeropuerto. De él, bajo un hombre vestido de militar, quién mostrando sus credenciales de capitán, daba instrucciones a quien se le ponía en frente, de dejarlo pasar con quien le acompañara. Las puertas se abrían de inmediato y nadie detuvo su paso. Entró solo, pero salió con una familia a quien recibió y cuidó en su casa durante el tiempo que fuera necesario... y no fue la única ocasión.

Muchos años antes, ese hombre se brincaba la barda del H. Colegio Militar para salir de fiesta con sus amigos, en menos de tres meses desposó a una española que solo iba de paso hacia Venezuela, y logró marcar la vida de decenas de personas a su alrededor.

Amante del boliche, del buen comer y de la fiesta taurina, ayudó a muchas personas a llegar a nuestro país. Viajó y vivió a placer, y sin desearlo, dejó marcada a mucha gente durante su vida.

Ese uniforme militar es el último recuerdo que tengo de él en vida, cuando fue a verme jugar en un partido de soccer, del cual no recuerdo el resultado. Una semana después se adelantó en el camino... un 8 de julio de 1995.


Hace casi 7 años, un hombre de traje impecable y presencia impactante me tendió la mano y me abrió la puerta de su casa.

Durante este tiempo, prácticamente a diario, me abrió esa puerta de madera, me ofreció su hogar, me invitó a su mesa cada noche, me incluyó en su círculo mas intimo, y hace poco, me entregó a su hija en matrimonio.

Un hombre la mayoría del tiempo serio (por lo menos conmigo), con un humor particular que a veces no entendía, pero que otras era simplemente impecable. Nunca bajó la guardia del respeto que se debe de tener, y eso aunque admirable, me hubiera gustado evitar, ya que no me permitió conocerlo mas a fondo.

Definitivamente no encontrarás un hombre así fácilmente; con una sabiduría abrumadora (solo comparable con la de su esposa), una terquedad de miedo (pero siempre basada en su bondad y una lógica indudable), un aplomo al caminar y hablar, que todos voltean al verle llegar (su estatura tiene mucho que ver); y sobretodo, una caballerosidad y rectitud en su actuar, que es la envidia y admiración de cientos de personas.

No tengo el valor de escribir alguna anécdota de este hombre, ya que no me siento digno de hacerlo. Para eso tiene una enorme y hermosa familia, la cual seguramente podrá hacerlo con mayor precisión.

El último recuerdo que tengo de él es despidiéndome en su cuarto, tendiéndome esa enorme, pero suave mano, y deseándome una buena noche. Dos semanas después se nos adelantó en el camino... un 8 de julio de 2011.

Separados por exactamente 16 años, dos grandes hombres que marcaron mi vida han partido.

Dos grandes hombres que espero se estén conociendo ahora, donde quiera que estén. Que compartan el buen comer que amaban, y que rían eternamente de sus anécdotas. De como cada quien en su círculo, ayudó a quien podía ayudar sin pensar en consecuencias o en costos; que al primer instante de verse, supieran quienes son... mi abuelo y el padre de mi esposa.

También espero, que donde estén, puedan ver cada lágrima que he derramado y que definitivamente seguiré derramando por ellos. Lágrimas de enorme dolor, pero que rebozan de respeto, admiración y amor hacia ambos.

Sirva este escrito (acompañado de su dotación de lágrimas) como un modesto gesto del enorme respeto y amor que tengo para ambos, y como un pequeño testimonio de que en la vida, no se debe pensar jamás en el costo de hacer algo, siempre y cuando se haga con amor hacia el prójimo.

No soy el único, y no creo que el que más... pero los extraño profundamente.

Descansen en paz (por orden alfabético), Don Gustavo Adolfo de la Torre y de la Torre, y Don José Fernando Rocha Zepeda.

jueves, 7 de abril de 2011

¿Y todo para que?

Llegas cansado a tu casa, después de largas y pesadas horas de trabajo. Saludas a tu esposa y a tus hijos, que son la única razón que has podido definir como verdadera para soportar gritos, regaños y desvelos.

Continúas con esa rutina durante días, meses, seguramente varios años, ¿y para que?

De los siete días de la semana tienes oportunidad de descansar (sin estar dormido) unas cuantas horas. Hagamos unas cuantas cuentas. De esas 168 horas de la semana, duermes 56 (si bien te va), reposas o descansas 4, manejas o te transportas 28, comes 20, trabajas 45 (también, si bien te va), y te queda la fabulosa cantidad de 15 horas (menos del 10%) para compartir con tu familia o con tus seres queridos, ¿y para que?

Esas 15 horas se van en fiestas, museos, películas, cafecitos u otra actividad social o para los hogares con doble ingreso y sin posibilidad de contratar asistencia, en limpiar, lavar o procurar su casa, y en comprar todo lo necesario para la siguiente semana. Así esas 15 horas se reducen todavía más. Total, al final del día, pasas 3 o 4 veces mas tiempo en el trabajo u actividades relacionadas (como trasporte), que con los que quieres, ¿y para que?

Durante años has llevado esta rutina, te has desgastado hasta las canas y las insuficiencias cardíacas leves ¿y para que? Simple, para que alguien mas, quien nunca sabrás quien o como, entre a tu casa a llevarse aquellas cosas que has tratado de juntar para tener esas horas lo más cómodas posible. O que el mismo hijo de puta te ponga una pistola en la cabeza y se lleve todo lo que traes encima y tu medio de transporte o trabajo. O todavía peor, que un hijo de puta mayor tome a un ser querido y te exprima la vida hasta obtener lo que quiere.

En un par de horas, sin que nadie se de cuenta y sin que nadie haga absolutamente nada por prevenirlo o ajusticiarlo, te han despojado no solo de cosas materiales, sino de la poca tranquilidad que te quedaba.

No es suficiente tener la tercera parte de tu vida llena de riñas, gritos, stress y problemas, sino que también pierdes la tranquilidad que tenías cuando llegabas a tu hogar.

No trabajas para tus hijos, ni para tu pareja, y mucho menos para ti. Trabajas para que invariablemente en algún punto de tu vida, lo pierdas todo a manos de algún hijo de puta que sabe perfectamente que nunca pagará las consecuencias por sus actos durante su vida terrena.

Ante esta situación, hay dos situaciones que debes de considerar para poder llegar a la tan soñada "vida tranquila".

1. ¿Que hacer con ese hijo de puta?

Es claro que en este país es imposible tener justicia. Podrán tenerse marchas, mítines, propuestas, películas y documentales, reality shows disfrazados de asociaciones civiles con iniciativas, pero es mas que claro que el gobierno jamás podrá cumplir con su única responsabilidad: asegurar la integridad de sus gobernados.

Por ello solo quedan tres opciones: resignarse y esperar o rezar por que el daño que tengas sea menor y no terminar tirado en la banqueta sin vida por un par de tennis, tomar al toro por los cuernos y hacer frente directo a quien se atreva a robar tu tranquilidad y la de tus seres cercanos, o migrar a otro lugar mas seguro. La pregunta que tienes que responder antes de tomar una decisión es si la vida sin tranquilidad, en realidad puede llamarse vida, y que tanto estás dispuesto a hacer por tener esa tranquilidad.

2. ¿Que hacer con esas 3 o 4 veces más?

Es ridículo que pases menos del 10% de tu vida con los que amas. Mas que ridículo, es insultante e inaceptable. Podrás decir que el éxito profesional es tu mayor meta y que llegarás a puestos envidiados donde no tendrás porque preocuparte de que te falte algo (después de muchos años de lamer botas y hacer polaca corporativa); pero todos sabemos que es solo cuando estamos y compartimos con los que amamos que la vida tiene sentido.

Podrás cambiar de residencia para no desperdiciar tanto tiempo en trasladarte, pero esa es solo una pequeña solución al problema, y solo si en realidad ese tiempo lo dedicas a los demás, y no a continuar encerrado en un edificio.

La verdadera solución no es trasladar tu trabajo a tu casa, como nos han hecho creer a todos con el famoso "office mobile". No es tener un teléfono en el que puedas estar localizable 24 horas y en el que puedas revisar tus correos a toda hora; eso eso solo un grillete con capacidad de telecomunicaciones.

La verdadera solución que puedo ver, es seguir las palabras de Confucio (si, el que según Giouse Cozzarelli inventó la confusión). "Escoge un empleo que ames, y nunca tendrás que trabajar un solo día de tu vida" o en otras palabras "Si amas lo que haces, jamás será un trabajo". De esta manera no solo amarás a la gente, sino lo que haces, y así tu vida tendrá mucho mas sentido y calidad. Un extra en esto, es involucrar dentro de lo posible a los que amas con lo que amas, eso mas que un extra, es una utopía alcanzable.

Nuevamente hay dos opciones posibles: la primera es resignarse como lo han hecho millones de personas en el mundo, y simplemente esperar a no quedar sin empleo (lo cual eventualmente va a pasar, es solo cuestión de tiempo), y la segunda es nuevamente tomar al toro por los cuernos, y tomar la atemorisante pero valiosa decisión de encontrar esa actividad que es tu pasión y que hace que te sientas lleno en todo momento. Solo hay que tener cuidado y ser muy inteligente en como hacer la transferencia entre la rutina odiada por el empleo amado, ya que no siempre ese empleo deja lo suficiente para vivir y comer decentemente. Hay que tener un plan bien definido antes de hacer el movimiento.

Como quiera que sea, si decides la segunda opción en cualquiera de estas preguntas, ten en cuenta que el camino será complicado y peligroso, pero la satisfacción de recorrerlo valdrá la pena, vivir tranquilamente amando lo que haces. Porque si no vives tranquilo y no amas tu vida, ¿como para que vivir?

viernes, 11 de febrero de 2011

En efecto... todo tiene un límite

... y llegó el límite que tanto temía pero que dentro de mi corazón deseaba tanto que llegara. No fue la paciencia, ni siquiera fui yo el que llegué a ese límite; se podría decir que se me adelantaron.

Después de dos semanas de ensueño, en las que pude disfrutar como hace tanto tiempo no lo hacía del sol, el viento, del amor de mi vida y de algunos de los lugares mas hermosos que he visto jamás, tuve que regresar a la realidad.


Pero esa realidad no duró mucho, de hecho, no duró ni dos días.


Al segundo día de regresar a los regaños, pendejeos y reproches tan acostumbrados pero tan despreciados fui liberado del sufrimiento... todo llegó a su límite y fui liberado por la misma persona que me aprisionó en ese infierno.

No puedo negar que fue una gran sorpresa ya que no esperaba algo similar hasta por otros 3 días, pero de verdad fue un enorme alivio. Salí de ese edificio que hace varios años había querido tanto, y que en tres meses aprendí a aborrecer, con una gran sonrisa en mi cara.

Mis amistades me acompañaron, estuvieron ahí y se alegraron por mi. "Te ves mas tranquilo, es mas, te ves feliz" decían. Y de verdad lo estaba.

Pero viene otro inconveniente con esa libertad... la inevitabilidad de tener que encontrar otro edificio al cual ir día tras día; y cual fue mi sorpresa de año nuevo... que en lugar de tomar los 10 meses que me había tomado llegar a ese infierno, apenas 3 meses después estaba listo para reiniciar la rutina laboral.

Después de algunos inconvenientes y evidentes tropiezos (por no decir estupideces) de algunos personajes la rutina habia regresado. No puedo negar que esos tropiezos me hicieron dudar de si tenía que regresar a la rutina con el primero que me lo ofreciera, pero no me sentía con la libertad suficiente para rechazarlo, aunque significara reducir bastante la remuneración anterior.

Y la rutina inició a toda marcha. El primer día y ya estaba dentro de todas las actividades que generalmente te toman dos semanas en ver y hacer. Nada de bienvenidas con cursos o capacitaciones o manuales y varias horas de ocio.

Llevo hasta ahora casi 3 semanas en mi nueva rutina. Y es curioso como ahora veo la luz del sol irse por el horizonte a través de un vidrio a 30 metros de altura, nada muy diferente al infierno que viví, pero de verdad que estoy feliz.

Como es eso posible? Simple! De hecho es muy simple!

Puedo trabajar en paz.

Eso es una prestación que ningún fondo de ahorro puede superar. Aqui todo está bien definido. Puede ser que los roles y actividades de cada quien no estén excelentemente establecidos, pero hay algo que hace la diferencia. Se sabe como se deben de hacer. No se improvisa en el momento; se tienen definidos el quién, el cuando, el donde y sobretodo el cómo de hacer las cosas.

Vaya, no importa cuanto dinero te puedan ofrecer... siempre y cuando te ofrezcan libertad de movimiento y acción.


Hace tres años lo tenía y en exceso, hace tres meses no veía el más mínimo rastro, y hoy estoy en un punto medio.

He llegado con un pie en el camión y otro en la banqueta. Me he subido de pedalazo a esta rutina y me recuerda tanto la primera vez que hice esto; todo es un caos ordenado, alguien en algún momento metió la pata y tiró la toalla y me toca arreglar el caos. Pero eso es lo que me gusta, soy yo y unicamente yo el que lo va a arreglar; a mi manera, a mi ritmo, con mi estilo. Y aparte de eso, siento un apoyo que hace varios meses no sentía.

Hoy puedo decir que paso mas tiempo en el tráfico, estoy en este edificio casi 12 horas diario, estoy arreglando las incongruencias y el caos de alguien mas que pasó por aqui antes... pero soy feliz haciendolo.