jueves, 7 de abril de 2011

¿Y todo para que?

Llegas cansado a tu casa, después de largas y pesadas horas de trabajo. Saludas a tu esposa y a tus hijos, que son la única razón que has podido definir como verdadera para soportar gritos, regaños y desvelos.

Continúas con esa rutina durante días, meses, seguramente varios años, ¿y para que?

De los siete días de la semana tienes oportunidad de descansar (sin estar dormido) unas cuantas horas. Hagamos unas cuantas cuentas. De esas 168 horas de la semana, duermes 56 (si bien te va), reposas o descansas 4, manejas o te transportas 28, comes 20, trabajas 45 (también, si bien te va), y te queda la fabulosa cantidad de 15 horas (menos del 10%) para compartir con tu familia o con tus seres queridos, ¿y para que?

Esas 15 horas se van en fiestas, museos, películas, cafecitos u otra actividad social o para los hogares con doble ingreso y sin posibilidad de contratar asistencia, en limpiar, lavar o procurar su casa, y en comprar todo lo necesario para la siguiente semana. Así esas 15 horas se reducen todavía más. Total, al final del día, pasas 3 o 4 veces mas tiempo en el trabajo u actividades relacionadas (como trasporte), que con los que quieres, ¿y para que?

Durante años has llevado esta rutina, te has desgastado hasta las canas y las insuficiencias cardíacas leves ¿y para que? Simple, para que alguien mas, quien nunca sabrás quien o como, entre a tu casa a llevarse aquellas cosas que has tratado de juntar para tener esas horas lo más cómodas posible. O que el mismo hijo de puta te ponga una pistola en la cabeza y se lleve todo lo que traes encima y tu medio de transporte o trabajo. O todavía peor, que un hijo de puta mayor tome a un ser querido y te exprima la vida hasta obtener lo que quiere.

En un par de horas, sin que nadie se de cuenta y sin que nadie haga absolutamente nada por prevenirlo o ajusticiarlo, te han despojado no solo de cosas materiales, sino de la poca tranquilidad que te quedaba.

No es suficiente tener la tercera parte de tu vida llena de riñas, gritos, stress y problemas, sino que también pierdes la tranquilidad que tenías cuando llegabas a tu hogar.

No trabajas para tus hijos, ni para tu pareja, y mucho menos para ti. Trabajas para que invariablemente en algún punto de tu vida, lo pierdas todo a manos de algún hijo de puta que sabe perfectamente que nunca pagará las consecuencias por sus actos durante su vida terrena.

Ante esta situación, hay dos situaciones que debes de considerar para poder llegar a la tan soñada "vida tranquila".

1. ¿Que hacer con ese hijo de puta?

Es claro que en este país es imposible tener justicia. Podrán tenerse marchas, mítines, propuestas, películas y documentales, reality shows disfrazados de asociaciones civiles con iniciativas, pero es mas que claro que el gobierno jamás podrá cumplir con su única responsabilidad: asegurar la integridad de sus gobernados.

Por ello solo quedan tres opciones: resignarse y esperar o rezar por que el daño que tengas sea menor y no terminar tirado en la banqueta sin vida por un par de tennis, tomar al toro por los cuernos y hacer frente directo a quien se atreva a robar tu tranquilidad y la de tus seres cercanos, o migrar a otro lugar mas seguro. La pregunta que tienes que responder antes de tomar una decisión es si la vida sin tranquilidad, en realidad puede llamarse vida, y que tanto estás dispuesto a hacer por tener esa tranquilidad.

2. ¿Que hacer con esas 3 o 4 veces más?

Es ridículo que pases menos del 10% de tu vida con los que amas. Mas que ridículo, es insultante e inaceptable. Podrás decir que el éxito profesional es tu mayor meta y que llegarás a puestos envidiados donde no tendrás porque preocuparte de que te falte algo (después de muchos años de lamer botas y hacer polaca corporativa); pero todos sabemos que es solo cuando estamos y compartimos con los que amamos que la vida tiene sentido.

Podrás cambiar de residencia para no desperdiciar tanto tiempo en trasladarte, pero esa es solo una pequeña solución al problema, y solo si en realidad ese tiempo lo dedicas a los demás, y no a continuar encerrado en un edificio.

La verdadera solución no es trasladar tu trabajo a tu casa, como nos han hecho creer a todos con el famoso "office mobile". No es tener un teléfono en el que puedas estar localizable 24 horas y en el que puedas revisar tus correos a toda hora; eso eso solo un grillete con capacidad de telecomunicaciones.

La verdadera solución que puedo ver, es seguir las palabras de Confucio (si, el que según Giouse Cozzarelli inventó la confusión). "Escoge un empleo que ames, y nunca tendrás que trabajar un solo día de tu vida" o en otras palabras "Si amas lo que haces, jamás será un trabajo". De esta manera no solo amarás a la gente, sino lo que haces, y así tu vida tendrá mucho mas sentido y calidad. Un extra en esto, es involucrar dentro de lo posible a los que amas con lo que amas, eso mas que un extra, es una utopía alcanzable.

Nuevamente hay dos opciones posibles: la primera es resignarse como lo han hecho millones de personas en el mundo, y simplemente esperar a no quedar sin empleo (lo cual eventualmente va a pasar, es solo cuestión de tiempo), y la segunda es nuevamente tomar al toro por los cuernos, y tomar la atemorisante pero valiosa decisión de encontrar esa actividad que es tu pasión y que hace que te sientas lleno en todo momento. Solo hay que tener cuidado y ser muy inteligente en como hacer la transferencia entre la rutina odiada por el empleo amado, ya que no siempre ese empleo deja lo suficiente para vivir y comer decentemente. Hay que tener un plan bien definido antes de hacer el movimiento.

Como quiera que sea, si decides la segunda opción en cualquiera de estas preguntas, ten en cuenta que el camino será complicado y peligroso, pero la satisfacción de recorrerlo valdrá la pena, vivir tranquilamente amando lo que haces. Porque si no vives tranquilo y no amas tu vida, ¿como para que vivir?