viernes, 11 de febrero de 2011

En efecto... todo tiene un límite

... y llegó el límite que tanto temía pero que dentro de mi corazón deseaba tanto que llegara. No fue la paciencia, ni siquiera fui yo el que llegué a ese límite; se podría decir que se me adelantaron.

Después de dos semanas de ensueño, en las que pude disfrutar como hace tanto tiempo no lo hacía del sol, el viento, del amor de mi vida y de algunos de los lugares mas hermosos que he visto jamás, tuve que regresar a la realidad.


Pero esa realidad no duró mucho, de hecho, no duró ni dos días.


Al segundo día de regresar a los regaños, pendejeos y reproches tan acostumbrados pero tan despreciados fui liberado del sufrimiento... todo llegó a su límite y fui liberado por la misma persona que me aprisionó en ese infierno.

No puedo negar que fue una gran sorpresa ya que no esperaba algo similar hasta por otros 3 días, pero de verdad fue un enorme alivio. Salí de ese edificio que hace varios años había querido tanto, y que en tres meses aprendí a aborrecer, con una gran sonrisa en mi cara.

Mis amistades me acompañaron, estuvieron ahí y se alegraron por mi. "Te ves mas tranquilo, es mas, te ves feliz" decían. Y de verdad lo estaba.

Pero viene otro inconveniente con esa libertad... la inevitabilidad de tener que encontrar otro edificio al cual ir día tras día; y cual fue mi sorpresa de año nuevo... que en lugar de tomar los 10 meses que me había tomado llegar a ese infierno, apenas 3 meses después estaba listo para reiniciar la rutina laboral.

Después de algunos inconvenientes y evidentes tropiezos (por no decir estupideces) de algunos personajes la rutina habia regresado. No puedo negar que esos tropiezos me hicieron dudar de si tenía que regresar a la rutina con el primero que me lo ofreciera, pero no me sentía con la libertad suficiente para rechazarlo, aunque significara reducir bastante la remuneración anterior.

Y la rutina inició a toda marcha. El primer día y ya estaba dentro de todas las actividades que generalmente te toman dos semanas en ver y hacer. Nada de bienvenidas con cursos o capacitaciones o manuales y varias horas de ocio.

Llevo hasta ahora casi 3 semanas en mi nueva rutina. Y es curioso como ahora veo la luz del sol irse por el horizonte a través de un vidrio a 30 metros de altura, nada muy diferente al infierno que viví, pero de verdad que estoy feliz.

Como es eso posible? Simple! De hecho es muy simple!

Puedo trabajar en paz.

Eso es una prestación que ningún fondo de ahorro puede superar. Aqui todo está bien definido. Puede ser que los roles y actividades de cada quien no estén excelentemente establecidos, pero hay algo que hace la diferencia. Se sabe como se deben de hacer. No se improvisa en el momento; se tienen definidos el quién, el cuando, el donde y sobretodo el cómo de hacer las cosas.

Vaya, no importa cuanto dinero te puedan ofrecer... siempre y cuando te ofrezcan libertad de movimiento y acción.


Hace tres años lo tenía y en exceso, hace tres meses no veía el más mínimo rastro, y hoy estoy en un punto medio.

He llegado con un pie en el camión y otro en la banqueta. Me he subido de pedalazo a esta rutina y me recuerda tanto la primera vez que hice esto; todo es un caos ordenado, alguien en algún momento metió la pata y tiró la toalla y me toca arreglar el caos. Pero eso es lo que me gusta, soy yo y unicamente yo el que lo va a arreglar; a mi manera, a mi ritmo, con mi estilo. Y aparte de eso, siento un apoyo que hace varios meses no sentía.

Hoy puedo decir que paso mas tiempo en el tráfico, estoy en este edificio casi 12 horas diario, estoy arreglando las incongruencias y el caos de alguien mas que pasó por aqui antes... pero soy feliz haciendolo.